Quiero destacar aquí su definición de la tentación del precipicio:
La "tentación del precipicio" es característica de nuestra época. Todos los días hay hombres que saltan al vacío soñando con arrastrar en la caída a la cordada entera: un fenómeno sin precedente en la Historia. Esas personas, por numerosas que sean, no representan sino la mecha encendida de un gigantesco barril de desesperanza. Cientos de millones de nuestros contemporáneos, en el mundo musulmán y en otros, sientes esa misma tentación, en la que resiste a caer, afortunadamente con abrumadora mayoría.
No es tanto la mordedura de la pobreza lo que los desespera, sino más bien, la mordedura de la humillación y de la insignificancia, esa sensación de no tener el lugar que les corresponde en el mundo en que viven, de no ser en él sino unos perdedores, unos oprimidos, unos excluidos; y por eso sueñan con aguar esa fiesta a la que no están invitados
La reseña de Alianza Editorial sobre el libro dice:
El siglo xxi ha empezado con notables síntomas de sufrir serios desajustes. Desajuste intelectual, caracterizado por un desencadenamiento de afirmaciones identitarias que hacen difícil toda coexistencia armoniosa y todo verdadero debate. Desajuste económico y financiero, que está arrastrando a todo el planeta a una zona de turbulencias de consecuencias imprevistas y que es en sí mismo el síntoma de una perturbación de nuestro sistema de valores. Desajuste climático, resultado de un largo cúmulo de irresponsabilidades... Ante este panorama, Amin Maalouf se pregunta si la humanidad ha alcanzado el techo de su incompetencia moral. En El desajuste del mundo, Maalouf intenta entender y explicar cómo se ha llegado a tal situación y cómo se podría salir de ella. Para el autor, el desajuste del mundo tiene menos que ver con el «choque de civilizaciones» que con el agotamiento simultáneo de nuestros modelos sociales. Sobre todo, los de los dos ámbitos culturales con los que se identifica: el occidental y el mundo árabe. El primero, por ser poco fiel a sus propios valores; el segundo, por hallarse encerrado en un impasse histórico. Un diagnóstico inquietante el de Amin Maalouf pero que desemboca en una nota de esperanza. Según el autor, el periodo agitado en el que entramos podría llevarnos a elaborar una visión por fin adulta de nuestras identidades, de nuestras creencias, de nuestras diferencias y del destino del planeta que compartimos.
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