Y la tenemos en cuenta cuando somos capaces de controlar nuestro destino. O sea, que cuando nos citamos por primera vez con esa pareja a la que queremos impresionar, solemos acicalarnos y vestirnos lo mejor posible. Y si por un casual nos vemos con esa persona sin haber podido ponernos guapos, nos puede parecer quue hicimos el ridículo, que fallamos... Si vamos a una entrevista de trabajo también tenemos en cuenta que la primera impresión cuenta mucho. Cuidamos nuestras maneras, nuestro vestir, vendemos lo mejor de nosotros.
O sea, que la teoría la conocemos y la aplicamos. ¿Siempre? La verdad es que no, no siempre. Hay muchas ocasiones en las que "no tenemos tiempo" o incluso no es práctico. Cuando viene una nueva persona a un equipo de trabajo no suele haber tiempo de engancharlo. Seguimos en el mismo tren de discusiones en el que ya estábamos metidos. Cuando acgtuamos bajo la presión del estrés (por ejemplo en una situación de venta complicada que hay que cerrar ya mismo) e interactuamos con gente poco conocida, nos "olvidamos" de evaluar cómo nos estamos proyectando, pudiendo lanzar una imagen distorsionada de nosotros mismos.
¡Cuantas cosas haríamos diferentes (en el mundo de la empresa y en el personal) si pensásemos en las consecuencias que nuestros primera impresión causa en los demás!
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